Suele culpabilizarse a los padres cuando un niño/a con T.E.A. (Trastorno del Espectro del Autismo) se muestra hiperselectivo con los alimentos (sólo ingiere determinados alimentos), pero cuando se les critica, se está a su vez haciendo alarde de un desconocimiento en torno a los motivos reales de por qué un niño/a no quiere probar ciertos alimentos. Uno de los motivos, pueden ser las alteraciones sensoriales que padecen muchos de ellos/as.
Nosotros percibimos las sensaciones a través de los distintos sentidos (oído, vista, olfato, gusto y tacto). Cada sensación nos llega de manera ordenada y en el cerebro se interpreta y se devuelve la información de estos estímulos con respuestas adecuadas. Generalmente los estímulos nos llegan con una intensidad “soportable”, y si no es así, los evitamos, como en el caso de un ruido fuerte. Los distintos estímulos son percibidos con un cierto orden y cuando hay muchos de ellos juntos, nuestro cerebro tiene la capacidad de filtrar la información y atendemos sólo a aquello que nos interesa (imaginaos en la feria: en la calle de los cacharritos, con cientos de estímulos visuales y sonoros, e intentando escuchar a la persona que tienes al lado y comiendo un algodón de azúcar…).
A muchos niños/as con T.E.A. los estímulos que les llegan a través de los distintos sentidos les llegan alterados, atenuados, amplificados o entremezclados... es como estar todo el tiempo en la feria del ejemplo anterior. Entonces muestran hipersensibilidad, lo que manifiestan a través de una serie de conductas de evitación de los estímulos que les causan tanta molestia o se muestran irritables, enfadados, tienen rabietas, lloran o se aislan…
En el caso de la comida, la hipersensibilidad se manifiesta ante factores como:
Enseñar a un niño/a a comer una variedad aceptable de alimentos es necesario para su correcto desarrollo. Una dieta monótona y escasa en nutrientes perjudica a largo plazo su salud.
El sistema inmunológico y el cerebro se benefician de una alimentación variada y equilibrada y por tanto también, la capacidad de aprendizaje. Enseñarles a comer bien no es una tarea imposible, pero precisa de dos ingredientes fundamentales: paciencia y constancia.
Ellos/as no rechazan los alimentos porque sean caprichosos o maleducados, sino porque al comerlos les producen unas sensaciones tan desagradables que les resulta imposible probarlos. Esto no tiene por qué ser definitivo. Podemos progresivamente y armándonos de una gran paciencia y constancia, ir desensibilizándolos.
No hay que proponerse muchas metas a la vez, es mejor ir de una en una. En este caso, vamos a centrarnos en un niño/a que acepta gran variedad de alimentos triturados, con distintos olores, colores y sabores. Nuestra meta será primero, que comience a aceptar alimentos sólidos. Para ello respetaremos su ritual a la hora de comer ofreciéndole, el alimento a las mismas horas, en los mismos platos… y a la misma temperatura a las que los suele aceptar, pero cada día durante, por ejemplo, una semana, iremos añadiendo una cucharadita de postre de (miguitas muy pequeñas de pan blandito o arroz muy pasado o fideos cabellín muy blanditos…), se mezcla con el resto del puré y se le ofrece como de costumbre. Puede que lo note, pero la cantidad es tan pequeña y la textura tan suave que probablemente no haya problema.
No se debe experimentar los primeros días si el niño está enfermo, irritable o demasiado hambriento. Probablemente fracasaremos. No debemos mezclar absolutamente nada más con el puré.
El momento de la comida ha de ser agradable y no una batalla. Intentar engañarlo mezclando algo que le gusta con el puré, puede conseguir que rechace ambas cosas y además que se vuelva desconfiado. Si no come solito (esto será otro objetivo más adelante), le daremos de comer de manera relajada, sin meterle prisa y sin mostrarnos ansiosos. Continuaremos con 1 sola cucharadita de “sólido” hasta que lo tolere perfectamente, sólo en este caso añadiremos 2…y así sucesivamente. Cuando ya tolere la textura semisólida, en lugar de ofrecerle puré le estrujaremos la comida con un tenedor, con mucho caldito y las verduritas y la carne o el pescado finamente picadas con una tijera. Cuando lleguemos hasta aquí ya estará preparado/a para tomar alimentos sólidos de textura blanda, como pasta con mucha salsita, arroz caldoso…
Consuelo Torres López
Si el niño acepta zumo, leche, batidos, yogures, etc. Es relativamente sencillo que tome fruta mezclándola con estos alimentos.
Tomar fruta es muy bueno para tu niño, porque ésta le va a aportar gran cantidad de vitaminas, minerales y fibra, lo cual es vital para su organismo. Si el niño está bien nutrido, además de estar más sano, su sistema inmunológico se verá reforzado y su capacidad de aprendizaje aumentará.
Voy a darte una serie de trucos para que se tome la fruta sin notarlo (al menos ese será el objetivo por el momento, después intentaremos que la acepte en trocitos y disfrute comiéndola).
Lo que aporta la fruta natural, no puede ser sustituido por los potitos ni por cualquier otro alimento que contenga fruta procesada.
Una forma de introducirla es triturar pequeños trocitos, junto con el alimento que si le gusta. Hay que empezar con un trocito, por ejemplo de plátano, que se pondrá en el vaso de la batidora y se le añade el yogur, zumo, batido…hay que triturarlo muy fino durante un buen rato y después echar la mezcla en el envase original, enseñárselo y después se lo dais así en el envase o se lo echáis en el vaso que habitualmente utilice. Al principio no puede quedar ni un solo grumito, porque se dará cuenta y no lo querrá. Si consigues que lo acepte, la próxima vez puedes añadir un trozo más grande o un trocito de plátano y otro, por ejemplo, de pera (las peras limoneras tienen granitos, que va a notar enseguida, es mejor cualquier otro tipo, por ejemplo las peras conferencia; lo mismo pasa con el kiwi). La fruta ha de estar bastante madura para que la mezcla resulte cremosa y no la rechace. Si consigues esto, puedes ir introduciendo o combinando cualquier tipo de fruta (melocotón, melón, sandía, ciruelas…). Con el tiempo aumenta poco a poco la cantidad de fruta que pones en la mezcla y disminuye el yogur, zumo, batido…Si le gusta la leche con Cola Cao o Nesquik, para que esté mejor alimentado puedes batírselo en la batidora con trocitos de fruta y un par de galletas (María) o un par de cucharadas rasas de cereales de los que comen los bebés.
La fruta también se la puedes dar cocida (pocos minutos), se deja enfriar, y se tritura con el zumo, yogur, batido, etc. Pierde parte de las vitaminas, pero está deliciosa y muy suave. La zanahoria cocida combina muy bien con las mezclas, también la batata cocida.
Muchos niños rechazan la fruta por la temperatura a la que se le presenta. En invierno, por ejemplo, puedes calentar ligeramente las mezclas en el microondas, así le resultará más apetecible. En verano la aceptará mejor natural o fresca.
Mi hija tiene problemas de reflujo gastroesofágico, por lo que no toma cítricos (naranjas, mandarinas…) Le he mezclado todo tipo de frutas con leche , yogur, petit suise…y le han sentado muy bien.
Algunos niños siguen dietas sin gluten ni caseína, se pueden hacer las mismas mezclas de frutas con leche de soja, yogures de soja, cereales o galletas sin gluten…estarán igualmente deliciosas.
Si a tu niño le gustan los polos, se los puedes hacer en casa con zumo natural de fruta, puedes añadirle un poquito de azúcar o miel para que los acepte mejor.
Si le gusta la gelatina, puedes echarle trocitos de fruta muy pequeños (al menos al principio) al hacerla y después ponerla en la nevera para que cuaje. (No se le pueden añadir frutas tropicales porque no cuaja).
A la receta del bizcocho (la de los tres huevos y el vasito de yogur) le puedes añadir manzana rallada o zanahoria o calabaza o plátano…a la masa. Al cocerlo no se nota y está buenísimo.
Si le gusta la Nocilla, puedes intentar, por ejemplo, meter un plátano maduro (pelado) en el microondas durante un minuto, lo sacas, le untas el chocolate por encima y cuando se enfríe le das a probar pequeños trocitos con un tenedor. Si consigues que lo acepte, puedes probar con manzana, pera…
Buena Suerte.
Consuelo Torres López
Para que el niño/a acepte sin problemas nuevos alimentos en la dieta es conveniente camuflarlos con aquellos que ya come. Se trata de mezclar pequeñas porciones del nuevo alimento con el anterior (en principio con la misma textura) y poco a poco ir aumentando la cantidad del nuevo y disminuyendo la del antiguo. Por ejemplo, si el niño/a come potitos envasados pero no quiere probar los caseros, se puede preparar en casa el puré casero (por ejemplo, friendo lentamente cebolla y después añadiéndole agua, muy poca sal y verduras de sabor suave que no tengan hebras: patatas, zanahorias, calabaza, calabacín, berenjena…éstas tienen, al triturarlas bien, una textura sin grumos, y de un olor agradable) y mezclar un potito de la marca que le gusta con un poquito (dos o tres cucharadas al principio) del puré casero. Se le debe ofrecer con los mismos platos, cubiertos… que se lo ofrece siempre. Puede congelar el resto del puré en cubiteras de hielo (envuélvalas en plástico para que no absorban olores), una vez congelados puede sacar los cubitos y guardarlos en una bolsa de plástico en el congelador, con su etiqueta correspondiente y sacarlos y añadirlos a la comida de su hijo aumentando el número de cubitos poco a poco. Así se habituará al nuevo sabor y consistencia.
Para que el niño tome además de verduras, proteínas y cereales, puede añadir pollo, carne, pescado, jamón de York, huevo duro, quesitos cremosos, un puñadito de arroz o fideos finos…triturarlo todo muy bien y si es necesario, pasarlo por un colador. Si tiene paciencia y no se precipita, el niño/a terminará por comer el puré casero. Cuando ya lo haya conseguido haga lo mismo, pero introduzca nuevas verduras en pequeñas cantidades (puerro, nabo, judías verdes, guisantes, apio…) esta vez debe colarlo muy bien para que no se encuentre las hebras. Estas verduras tienen un olor más fuerte, por lo que el niño las puede rechazar, introdúzcalas en pequeñas cantidades.
Cuando prepare legumbres (lentejas, garbanzos, alubias…) para el resto de la familia, triture para él/ella también, y mézclelas (siempre poco a poco) con el puré, hasta que consiga que tolere su sabor, entonces vaya añadiendo cada vez más cantidad de potaje que de puré.
Si al niño le gusta el tomate frito envasado puede preparar un puré casero (friendo cebolla picadita, pimiento, zanahoria…muy lentamente y añadiendo después tomate natural triturado o tomate triturado de lata, añada un poquito de sal y una pizca de nuez moscada. Cuando lleve un rato hirviendo puede añadir calabacín, berenjena…cortadas en daditos y terminar de freírlo todo. Después se puede triturar y mezclar poco a poco (igual que en el caso del puré) con el tomate envasado. En pocas semanas conseguirá que coma sólo tomate frito hecho en casa, además el tomate puede servir para introducir nuevos alimentos, pues se le puede triturar carne, pescado… o añadirlo a las comidas que más le gusten al niño: patatas fritas, pasta, arroz cocido…
Una vez conseguido esto, se puede intentar cambiar la textura y consistencia de las comidas (os daré nuevas pautas), así como introducir nuevos alimentos; pero mientras tanto el niño/a tomará una gran variedad de verduras, legumbres, carnes, pescados, cereales y fruta, por lo que estará adecuadamente alimentado.
Es muy importante que el niño/a esté bien nutrido, así su organismo funcionará mejor, enfermará menos y su cerebro también se beneficiará. Las dietas con pocos nutrientes debilitan el cuerpo y la mente y le hacen vulnerable a las enfermedades.
Paciencia y buena suerte.
Consuelo Torres López
Si su niñ@ durante los primeros años de vida ha estado tomando en sus principales comidas alimentos triturados, está acostumbrad@ a esa textura, que además, le resulta más cómodo ingerir, porque no es necesario masticar. Ahora ha de habituarse a las nuevas texturas, sabores, olores, colores y hasta al sonido que producen los alimentos al masticarlos. Para nosotros los adultos resulta difícil imaginar que un niñ@ rechace los alimentos por este tipo de cualidades, pero realmente es así.
Además, suele ocurrir que al comenzar a tomar alimentos sólidos el niñ@ ingiera menos cantidad de alimentos porque le supone un gran esfuerzo tener que masticarlos. Ahora tendrá que habituarse poco a poco a probar comidas muy diferentes a las que estaba acostumbrad@ y muchos niñ@s comienzan a mostrarse selectivos y a rechazarlos.
Hay que armarse de paciencia y no convertir cada comida en una batalla en la cual tanto los padres como el/la niñ@ van a salir perjudicados.
Conviene establecer unos horarios de comida y dividir éstas en unas cinco comidas al día (desayuno, tentempié de media mañana, almuerzo, merienda y cena).
El ambiente debe ser relajado, sin televisión, tableta…porque el niñ@ tiene que aprender a comer de manera adecuada, centrarse en los alimentos que está comiendo y aprender a disfrutar de ellos sin distracciones, porque además, debe aprender a masticar adecuadamente para que el cerebro pueda recibir la información y decidir cuándo enviar la orden de que se ha ingerido la cantidad suficiente (señal de saciedad).
La cantidad de alimento que un niñ@ necesita para estar bien nutrido depende de la edad y etapa de crecimiento, pero por lo general los niñ@s se autorregulan e ingieren más o menos cantidad dependiendo del estado de salud, cansancio o hambre, entre otros factores. Por norma general no se les debe obligar a comer. Se ha de respetar su apetito, pero si el niñ@ se conforma con pequeñas cantidades, al menos debemos intentar que los alimentos que tome sean sanos.
Para que el cuerpo y en especial el cerebro, puedan rendir al máximo, durante la infancia, se ha de tener una alimentación lo más variada y sana posible. Dando prioridad a las verduras, frutas, legumbres, cereales, frutos secos (sólo a partir de los cinco años, por el riesgo de asfixia), lácteos, huevos, pescados, carnes…y minimizar los dulces, sobre todo la bollería industrial, las grasas, las bebidas envasadas (zumos, batidos, refrescos…) y los alimentos procesados (pizzas, croquetas, nuggets, hamburguesas, varitas de pescado, patatas fritas…). Si el/la niñ@ disfruta de estos alimentos, se le pueden hacer en casa, así al menos, serán más sanos.
A la hora del almuerzo, servirle la misma comida que va a tomar el resto de la familia, pero una cantidad menor que la que van a tomar los adultos. El niñ@ debe probar al menos unas cuantas porciones (cucharadas o trozos del alimento) para que vaya habituándose a su sabor, olor, color, textura… si no lo hace, no se le debe premiar la conducta dándole otro alimento que sí le apetece (yogur, natillas, flan, gelatina…) porque entonces estamos premiando su conducta de rechazo hacia el alimento. No inicie una batalla ni pierda los nervios. Si se niega a probarlo, dígale de manera calmada que no hay problema, pero no le dé nada más, sólo agua, hasta la siguiente comida. A usted le puede resultar muy doloroso tomar esta medida, pero es la forma más efectiva de que su niñ@ aprenda a alimentarse de manera adecuada. Tenga paciencia y no ceda a los chantajes del niñ@.
Si se muestra inflexible, sin discutir, en pocos días o semanas comenzará a ver cómo va cambiando de actitud y va probando la comida que le ofrece. Debe premiar cada pequeño progreso con frases como: “Qué bien lo estás haciendo”, “qué mayor te estás volviendo”… mostrarle su alegría y dedicar un poco de tiempo a realizar juntos alguna actividad de la que disfrute el/la niñ@. De esta manera sabrá que obtendrá su atención portándose adecuadamente.
Ésta es la mejor herencia que va a recibir de usted, porque le permitirá estar san@ ahora y en el futuro. Si por el contrario cede y le da sólo los alimentos que le gustan, su dieta carecerá de los nutrientes necesarios para tener un buen crecimiento y desarrollo y probablemente fomentará hábitos poco saludables que le acompañarán a lo largo de toda su vida con el riesgo que ello supone de malnutrición, enfermedades y obesidad.
Si usted invita a su hij@ a participar de la elaboración de las comidas y en el ritual de poner y quitar la mesa, disfrutará de su compañía, aprenderá a valorar las recetas preparadas y probará nuevos alimentos, además de desarrollar muchas habilidades a nivel motor, cognitivo… y aprenderá a ser cada vez más independiente. Del mismo modo, cuando vaya a la compra, aproveche para enseñarle al niñ@ a seleccionar alimentos sanos y evitar todos aquellos con alto contenido en azúcares, grasas, conservantes y colorantes. Incúlquele que aunque estos alimentos saben muy bien, no son sanos y sólo se deben comer de vez en cuando.
Si se muestra inflexible y sigue estas recomendaciones, en poco tiempo verá recompensada su paciencia y esfuerzo. Tenga siempre presente que lo que persigue es educar a su hij@ y conseguir que tenga una buena nutrición. Las dietas pobres en nutrientes provocan desnutrición, enfermedades, obesidad y debilitan los procesos cerebrales.
¡Paciencia y buena suerte!
Consuelo C. Torres López
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